La creciente pandemia de la enfermedad del nuevo coronavirus 2019 (COVID-19), causada por el síndrome respiratorio agudo severo coronavirus 2 (SARS-CoV-2), se ha convertido en una crisis de salud mundial en evolución. Con el aumento de la prevalencia de la obesidad y la diabetes, ha aumentado la conciencia de sus impactos en las enfermedades infecto-contagiosas, sabiendo que existe para estos pacientes un mayor riesgo para el desarrollo de diversas infecciones, complicaciones posteriores a las mismas y mortalidad por infecciones críticas.
La pandemia de COVID-19 se está extendiendo rápidamente en todo el mundo, especialmente en Europa y América del Norte, donde la obesidad es muy prevalente. Aunque las características epidemiológicas y clínicas de la Covid-19 se han informado constantemente, la relación entre la obesidad y el síndrome respiratorio agudo severo coronavirus-2 (SARS-CoV-2) no ha sido completamente documentada hasta hace unos meses, de manera que numerosos estudios científicos han centrado sus objetivos en determinar si existe una mayor frecuencia de obesidad entre los pacientes ingresados en unidades de cuidados intensivos por SARS-CoV-2. Múltiples publicaciones científicas que están viendo la luz en las últimas semanas han establecido que la gravedad de la enfermedad por coronavirus aumenta con el IMC (Índice de Masa Corporal). La obesidad ha demostrado ser un factor de riesgo para la gravedad del SARS-CoV-2 y por tanto requiere una mayor atención a las medidas preventivas en personas susceptibles.
La obesidad juega un papel importante en la patogenia de la infección por COVID-19. De hecho, el sistema inmunológico, que es un actor clave en la patogenia de COVID-19, también juega un papel importante en la inflamación del tejido adiposo inducida por la obesidad.
En la diabetes, la exposición crónica a un entorno metabólico anormal puede dar lugar a alteraciones de la inmunidad innata y adaptativa, agravando la cascada inflamatoria y provocando anomalías en la fisiología pulmonar y por tanto aumentando la infectividad y virulencia del coronavirus. La obesidad y el SARS-CoV-2 comparten elementos comunes del proceso inflamatorio (y posiblemente también alteraciones metabólicas), lo que agrava la infección del SARS-CoV-2 en los obesos.
La obesidad severa (IMC ≥ 35 kg / m 2 ) ha demostrado aumentar el riesgo de ingreso en UCI, mientras que los antecedentes de cardiopatía y obesidad (IMC ≥ 30 kg / m 2 ) se asocian de forma independiente con el uso de ventilación mecánica invasiva. Se justifica una mayor vigilancia y un tratamiento agresivo de los pacientes con obesidad y COVID-19.
Dado que se ha demostrado que la obesidad aumenta la vulnerabilidad a las infecciones, puede ser un factor de riesgo de mortalidad relacionada con COVID ‐ 19. Esto es aún más cierto dado que no hay signos clínicos específicos que presagien la progresión de una infección leve por COVID-19 a una forma grave. En comparación con los pacientes no obesos, el IMC fue significativamente mayor en los pacientes con una forma grave de infección por COVID-19.
Por lo tanto, recomendamos una atención y precauciones adicionales para los pacientes con obesidad durante esta epidemia. Siempre que se sospeche una infección por COVID-19, el cribado debe ser sistemático, especialmente si el paciente tiene obesidad.
Dra. Vanesa Maturana – Cirugía General HLA Vistahermosa